Estas consideraciones son para tiempos de paz y búsqueda conjunta de evolución:

Todo ser humano tiene el derecho de cultivar libremente su Fe, Religión y Espíritu, basándose en la Tradición humana.

Unir a los seres humanos a través de un idioma moderno y accesible, universal, que no pertenezca a ninguna nación sino que sea de todas, y que posibilite acumular el conocimiento humano a través de los tiempos.

Buscar la verdad, la belleza y la justicia, con sabiduría y razón, mirando la armonía con las tradiciones, la naturaleza, la individualidad, el espíritu y el cosmos.

Los derechos personales y los deberes sociales deben estar en equilibrio.

Las naciones son fronteras temporales que representan grupos humanos reunidos y deben ser direccionadas a proveer dignidad, libertad y orden a sus ciudadanos sin leyes inútiles y sin excesos y privilegios.

Mandatarios, sean ellos reyes, presidentes u otros, ministros, políticos, jueces y comandantes militares de naciones, y toda persona con función colectiva necesaria para la organización de su pueblo, no deben tener privilegios o altos salarios y deben ser apartados al menor indicio de corrupción, con penas multiplicadas. Mayor el poder colectivo, mayor la pena.

Estados grandes tienden a volverse caros, onerosos y opresores para mantener sus estructuras, lo que trae sufrimientos a los pueblos, y necesitan siempre perfeccionamiento en sus mecanismos y posiciones para que sean de valía al ciudadano.

Las naciones necesitan mantener un espíritu de amistad, tolerancia y respeto, y disputas que no puedan ser resueltas por el comercio y la diplomacia deben ser sometidas a un tribunal internacional formado por jueces probos de varias naciones.

El universo es lento y continuo, y el pasaje de cada uno es temporal, así como su obra, y el respeto a la libertad de cada esencia es la ley.